El doble de Giletto a menos de un segundo le dio el triunfo 74-72 ante Central de Ceres y así el título del Súper 8. Un partidazo digno de una final.
No puede creerse, pero es real. Salvador Giletto hizo honor a su nombre de pila y se convirtió en el héroe de Independiente de Oliva, en el hombre que desató la mayor hazaña de la institución que este año cumplió su primer centenario de vida. Una maniobra épica, con los segundos a nada de agotarse, una penetración furiosa y esa caricia al aro con 0.8 segundos.
El elenco de Oliva se convirtió en el campeón del Súper 8 que se desarrolló en Buenos Aires al imponerse en una final de película ante Central de Ceres, un partido cargado de emociones, de situaciones tácticas tremendas, de adrenalina en el estado más puro. El duelo dispuso de todos los condimentos, como si lo hubiese escrito un guionista de Hollywood, porque el elenco cordobés dominó la escena hasta el meridiano del tercer cuarto, pero se hundió en un bajón. El Aurinegro resurgió de las cenizas y se encaminó en el último capítulo. Claro que había algo más, un giro inesperado.
Joaquín Noblega apareció en el momento más aciago de Independiente, cuando no encontraba soluciones y aportó 8 puntos en el cuarto decisivo. Esa gravitación, esa valentía le valió el premio de MVP. El tucumano tomó las riendas, con dos triples y esa valentía de atacar el aro con decisión.
El conjunto cordobés volvió con sus raíces, la defensa tozuda, aceitada, la capacidad de plantarse con intensidad y múltiples cambios o la contención individual. Porque en ofensiva, Oliva lució inconexo, muy forzado y sin la claridad de antes a partir del tercer cuarto que cerró con un parcial 8-0 de Ceres. El equipo de González cayó en una sequía extrema, larga.
El pleito arrancó con tremenda dinámica, los dos transmutaron los nervios en un ida y vuelta impresionante, de alto tránsito y sobre todo un poder de goleo asesino, que se ratificó en el 27-24 de Central, motorizado en un Matías Martínez imparable (14 puntos).
El conjunto de González reencausó toda la energía, esa adrenalina, en ejecutar una defensa asfixiante en el segundo capítulo, al límite que le permitió apenas 8 puntos al oponente, que venía con un porcentaje de tiros de campo. Pautasso y Reinaudi resolvieron en ofensiva, en esa lógica de prestarse el balón, de buscar al compañero mejor ubicado y así los olivenses cerraron adelante 41-35, en un ritmo más acorde a su estilo, en el que se siente mejor.
Tras las charlas en vestuarios, Independiente profundizó su dominio, con ofensivas pensantes y su fiereza habitual atrás y así consiguieron la máxima 53-42, con 4:10 minutos en el reloj. Algo cambió repentinamente, Pablo Martínez se calzó el equipo al hombro y consiguió resolver en la pintura, con oficio y determinación, además del aire fresco que trajo Cabrera del banco. Así, Ceres secó al oponente y estampó una corrida 8-0 para clausurar el segmento abajo 53-50.
Esa remontada de Central se extendió en el último cuarto, además de la reaparición de Banegas (8) para concretar una supremacía en el trámite, en la atmósfera y en lo anímico para escapar 62-57, a los 5 minutos. Independiente batallaba contra el rival y contra sus propias dificultades, todo le costaba un montón. Aunque Noblega le puso picante, así como Martina saltó a proteger la pintura y frenar el goteo de Pablo Martínez.
A menos de un minuto para el cierre, los de Ceres seguían con la delantera en el electrónico 71-67. Un doble de Martina y sobre todo un robo y triple a la carrera de Noblega le permitió revertir 72-71, a falta de 30 segundos. Spalla metió un libre para empardar y la última bola, con 7.8 segundos quedó para Oliva. Así, Martín González planificó en la pizarra y llegó la jugada de la vida de Salvador Giletto para el festejo alocado.
Joaquín Nóblega fue elegido el MVP. El conductor tucumano se lució en la agónica definición frente a Central Ceres con ocho puntos en el último cuarto en una noche vibrante para el flamante campeón cordobés.
La definición fue tan ajustada como la final poque varios jugadores hicieron méritos para quedarse con el premio al jugador más valioso de la definición. Se lo podrían haber llevado Lucio Reinaudi o Agustín Pautaso en el Independiente de Oliva campeón e incluso sembraron argumentos Matías Martínez, su hermano Pablo y Jorge Banegas en el derrotado, pero finalmente el premio tenía que ser uno solo y Joaquín Nóblega se llevó el galardón.
La planilla no termina de definir su importancia en una noche en la que fue una constante: bajo su conducción, el elenco cordobés encontró los caminos en una noche que se le hizo complicada después de haber sacado una diferencia de once puntos que parecía definitiva. Pero Ceres, digno subcampeón, presentó sus credenciales y demostró por qué había llegado a esta final. A puro corazón, jamás se dejó vencer y puso en aprietos a un rival que se veía sorprendido por la reacción santafesina.
Pero en los momentos más adversos, cuando la situación parecía más complicada, apareció la templaza de Noblega para marcar los senderos y definir el destino de su equipo. También su mano, prendida fuego, para tomar el tiro que le dio la delantera a treinta segundos del final: Nóblega recibió tras la reposición, corrió toda la cancha, clavó los frenos y encestó un triple determinante en el cierre para ponerle cifras finales a una planilla de 14 puntos con 62% de cancha y 66% de tres (4-6), además de dos rebotes, dos robos y una valoración de +12. Además del triple, Nóblega se conviritó en un elemento determinante en último cuarto en el que anotó ocho de sus 14 unidades.
Son días de celebración en el flamante campeón, que hizo su presentación en la Liga Argentina en octubre tras tomar la plaza de Tiro Federal de Morteros y ahora puede festejar su primer título después de haber completado un gran Final 8 que empuja su ilusión de cara a la segunda parte de la Liga Argentina. Un sueño compartido que ni Independiente ni Nóblega imaginaban hace no mucho tiempo.
Texto: Prensa AdC
Fotos: Marcelo Endelli – La Liga