Por Jorge Herrera (@jorgehenav)
Capitanes de la Ciudad de México volvió a las duelas. No lo hizo en suelo mexicano, pero ha dado sus primeros pasos a un futuro en el que tiene que recuperar su lugar en casa.
Nota editorial: Gracias a mi madre y a la familia Lerma porque hoy no podrían leer esto si no fuera por ellos. El texto a continuación incluye fragmentos en inglés.

Estaba de camino a la arena y no lo sé, creo que ni hoy ni en un buen tiempo entenderé mis emociones sobre este momento. Si no mal recuerdo, mi último juego en duela fue hace dos años, un partido de postemporada entre Capitanes y Aguacateros de Michoacán -qué duro era ese Michoacán, pero bueno, esa es otra historia-. Desde entonces, todo a través de transmisiones, conferencias y más conferencias en Zoom, y entrevistas que seguían perdiendo la buena sensación de una charla por el frío de las pantallas. Muy pocos los saben, pero el costado profesional de mi carrera universitaria lo hice prácticamente cubriendo a Capitanes y la LNBP. Cuando salí, la pandemia se cruzó en camino de todos y por primera vez no sabía qué hacer y me perdí a un grado -que espero mis jefes no lean- de tener que trabajar fútbol. Dos años sumamente difíciles en varios sentidos y que, si lo llevamos a dimensiones de una franquicia, no es nada descabellado al compararlo con lo que sucedió con los ahora Mexico City Capitanes.
Adam Silver hace el gran anuncio de convertirte en un familiar más de la NBA y en un abrir y cerrar de ojos te quedaste sin juego, sin afición y sin plan alguno para enfrentar un futuro que creíamos en México nos duraría únicamente un puente largo que a todos les hacía falta. Nadie tenía señales, pensamientos malos cruzaban las mentes de muchos y, cuando todo se empezaba a olvidar, la noticia se dio: “Capitanes jugará en el 2021”.
El llamado para el seguidor de sangre azul fueron fuegos artificiales en su corazón, pero algunos de ellos no salieron al cielo cuando se definió que no jugarían en casa y que no tendría la cantidad de latinos o la calidad de latinos que muchos soñaban al grado de Paco Cruz, Ángel Delgado o el que sea de su preferencia. Por supuesto que existe algo de desilusión por ello, pero a veces nos hace falta entender, tanto a aficionados como periodistas, el proyecto a fondo y comprender por qué las situaciones en ciertas etapas deben suceder de esta manera. Hoy, el equipo ya está jugando y no está simplemente presentándose a las duelas, sino dando la cara por ellos, por México, por Latinoamérica y una cultura de básquetbol que tiene que comenzar a ser respetada en otras partes.
En principio, cuando uno llega la arena -en este caso la Bert Ogden Arena de Edinburg-, observa el protocolo y suena el silbatazo, en ninguna parte -a excepción del himno nacional- sientes la cultura capitán que veíamos desde 2017. Pero cuidado, esto tiene todos los factores encima de jugar fuera, cuadrar idioma con una liga que te exige tener el calibre estadounidense y el tener la presión de causar un impacto internacional. Pelear contra eso es un mundo, sin embargo, cuando te acercas al banquillo y ves a Tyler Davis gritando el nombre de cada uno de sus compañeros una y otra vez y a Moisés Andriassi con la emoción intercambiada por la seriedad que muchas veces se le veía en el banquillo de liga nacional, sabes que grupalmente se está viviendo lo que a muchos les gustaría ver en el Juan de la Barrera. Y sí, yo sé que también a muchos les gustaría ver a más mexicanos, pero demos tiempo al tiempo, que el nivel e intensidad de cómo sale cada gota de sudor de los jugadores aquí no es apto para todos.
Y si con alguien podemos hablar de esto es con Ramón Díaz, quien comanda el barco, quien es el que recibe todos los aplausos y todas las quejas. El que tiene que soportar los errores arbitrales y el que tiene que mantener el ánimo de sus muchachos a tope. Además, el que tiene día con día la tarea que este equipo no pierda y no en la duela, sino en su identidad.
“Con respecto a la lengua, vamos a una liga dentro de Estados Unidos y es inevitable que se tenga que hablar en inglés. Cuando hacemos el discurso de “Aquí se habla español” es porque realmente queremos que este equipo sea el representativo de México y de Latinoamérica. Vamos a intentar hablar español y lo digo entrecomillado en el sentido de que va a haber muchos jugadores de habla hispana, pero eso no significa que no podamos hablar en inglés”, platicó en exclusiva el entrenador con Cancha Latina. “He tenido equipos en Capitanes con nuevo u ocho mexicanos y tres jugadores extranjeros y hay veces en que tienes que dar las indicaciones en inglés porque ese solo jugador no comprende el español. Dar las indicaciones en uno u otro idioma no creo que sea ningún problema. Lo importante aquí es saber lo que representamos, saber qué identidad queremos tener y por supuesto que queremos ser el Capitanes de siempre, el que en su momento ilusionó a mucha gente en México y que yo creo seguimos ilusionando al grado de que, en cuanto regresemos y juguemos nuestro primer partido, vamos a volver a enganchar a todo el mundo”.
THE GREAT MIX
So, this is where it gets funny, and we also try to work out this new “American Capitanes”. Going back a few years in my mind, I can’t forget when Alejandro Pérez wrote about Capitanes and their Spanish. There was no team at that time in the LNBP where you could hear that amount of Spanish being spoken at the bench; I have to say it, it was pretty nice to see that those things could still happen and be recognized internationally. But people, including me, must be realistic that it may not happen ever again with this team. In the beginning, I was kind of mad. Then, I saw the first duel between the Vipers and Capitanes.
I tried to figure it out and, taking into account the physicality and athleticism that I saw that day, I can’t gather a roster where we can have three Latin-American Alfonzo McKinnies and two Gary Clarks that have only played the FIBA system. Yes, it’s hard to say, swallow our pride and try to live with it, but in the end, it has shown results. By this, I’m not referring to wins and losses, I’m talking about the call-ups. McKinnie became the first G-League call-up this year to sign a contract for the rest of the year with the Chicago Bulls, Gary Clark went to New Orleans and Matt Mooney return to the big stage, now with the Knicks.

That is a great victory for the franchise. These three guys have NBA level and, in the last months, they shared their experience in the hotel rooms, the trips on each bus, and on the court. To have those players won’t only help you to win soon, but their experience and talent will be fundamental to the development of Latin players that are starting this adventure. Jaime Echenique has already received an opportunity from the Wizards to become the first Colombian to play for an NBA team, so why don’t believe that maybe one day, with the help of those guys -without thinking of a “Spanish problem”- young prospects like Garly Sojo can make the big jump.
“Things are going well. I’m still working to get adjusted to everything that the coach asks me to do and the squad. I have great teammates in this long journey of basketball. Everything is new to me, with whole new rules, bigger players, bigger courts, but it’s just about getting in rhythm. I feel amazing with this new opportunity that has been given to me and I will work to be better and not give anything for granted”, the Venezuelan told to Cancha Latina.
Yes, Capitanes must work por nuestra causa, but it also needs and will need to have Americans every single year, whether we like it or not.
NO ES UNA COMPETICIÓN PARA TODOS
Viendo de lejos y sin estudiar a fondo, muchos desde la zona tricolor se molestan por no ver un roster con más mexicanos. Hoy la realidad es que no hay más de donde escoger en relación con el talento y el tope salarial, pero antes de continuar el caso, cedo la palabra una vez más a Ramón Díaz.
“Hemos intentado hacer un equipo con una columna vertebral de jugadores con experiencia de G-League y FIBA que sean el bloque fuerte del equipo y después apoyarnos por tres o cuatro jugadores jóvenes que podamos meter poco a poco y creamos en ellos. A estos jóvenes les va a costar mucho adaptarse a esta liga porque es muy física, una liga que se juega a un ritmo muy alto y, si a esto le sumas que han hecho tres entrenamientos con el equipo (para ese entonces en la serie frente a Rio Grande Valley), se complica aún más. Tienen que sacar jugo para mejorar”, añadió el español a la conversación después de haber caído por un marcador apretado de 112-104.
Pero no sólo es a nivel de jóvenes, sino también de otros de carrera consolidada en el continente. Por ello, a veces tenemos que perder cierto nacionalismo o quitarnos los colores del pecho porque hoy no existe alguien fuera de los legionarios y Fabián Jaimes -si gustan agregar a un Cezar Guerrero o Paul Stoll lo aceptaré- que puedan jugar en este circuito. Y cuidado, que no es caer en un drama de malinchismo ni nada por el estilo, pero hay que ser conscientes de que no todos tienen el físico o el talento para dar este salto hoy en día. Incluso, me voy a atrever en añadir a Moisés Andriassi. Hoy, el seleccionado nacional no tiene la corpulencia de la mayoría de los armadores estadounidenses y será el gran reto de Capitanes en el próximo par de campañas para cumplir con el sueño de tener al jugador de casa que desarrollaron para competir en el mejor nivel posible. Tendrá la energía, el potencial y las herramientas, pero Estados Unidos no es FIBA y el cuerpo exige, por lo que es una misión tanto para la organización como para él mismo.
¿Habrá mexicanos que se merezcan estar aquí? Sí, y buenos prospectos vienen en camino, pero hoy no es el momento para todos.
NO ONE WANTS TO LOSE
The Mexico City Capitanes ended 2021 with a record of 4-10 and for those who know Ramón Díaz, they know that he’s that person that doesn’t take losses with a smile. Nevertheless, it wasn’t only him who got frustrated with these scores, the players also want to win more and there are stars like Rigoberto Mendoza that come from the great beginning of the organization when they reach two Finals in three years, and that want to keep that status for the whole group.
“We are earning a lot of experience, but as a team, losses are always bad and more in these moments that all our games are on the road. There are occasions when that goes through your mind and gets you frustrated. You start asking yourself if the team is only here to compete or is it going to win. That really hurt us, it fucks our minds. Losing one game after another makes you doubt about yourself”, said Mendoza after that same defeat against the Vipers, where they had controlled the game and ended up losing by a small margin of error. “Losing is always bad, I prefer winning all the time and losing from time to time, but it has been extremely frustrating for us”.

As he also said, maybe a lot will be different now that they get back to Mexico. This time, they will have studied better their opponents and he hopes they will have the fans that sold out their very first playoffs at Juan de la Barrera in 2017. Having learned how this league is played and having your people supporting you will demonstrate de G-League that there’s a new sheriff in town.
EL ESPERADO REGRESO DEL 2022
Así despedimos el 2021, con intriga de qué traerá el año por venir. En principio, para Capitanes vendrá un ciclo crítico en distintos sentidos. Deportivamente se le terminarán distintas excusas para subir su nivel de competencia y tendrán que expandir su camada latina considerando más allá del jugador boricua y tener en cuenta a más argentinos, brasileños e, incluso, otros colombianos, uruguayos y demás. Mientras tanto, socialmente tendrá que ser su temporada de quiebre para recuperar todo lo perdido en el último periodo de paro que sufrieron.
Si se les permite jugar en México, su obligación será jugar en el Juan de la Barrera, devolverle el apoyo a toda esa gente que fue cada jueves en la noche después del trabajo a verlos, corresponderles a esas familias que se tomaban los sábados para aplaudirles y alentarlos. La época de visita tiene que terminar, pero también se tiene que regresar a lo grande: “Más que decir que estamos sufriendo por jugar fuera de casa, lo que sí echamos de menos es jugar ahí, en nuestra casa, en nuestro gimnasio, con nuestra gente. México -siempre lo he dicho- tiene algo especial; la gente es muy intensa y siempre grita a los otros equipos. Estoy seguro de que vamos a hacer de la Ciudad de México un sitio difícil de ganar”.
No sonrío por ver a Capitanes, sino porque muchos volvimos a ver básquetbol en madera, volvimos a convivir de frente con los protagonistas y se sintió como un niño en un parque de diversiones por primera vez. Si todo sale bien y el monstruo de los últimos años nos lo permite, todos tendremos mucho más baloncesto, el cual esperamos poder celebrar en una duela, en la grada y viviendo una experiencia que nos lleve por las ligas nacionales, la G-League y los duelos de la Selección Nacional.
Al 2022 lo recibiremos como Ramón Díaz toma el actual reto de su carrera: “Estoy contento, estoy muy feliz. Es una oportunidad única y ten por seguro que voy a tratar de aprovecharla al máximo”.