INSTITUTO DE CÓRDOBA, LA GLORIA DE LA RESURRECCIÓN

Instituto vive el mejor momento de su historia tras dos meses en los que tocó fondo. Qué cambió y cómo lo hizo. Las arengas de Clancy, el líder silencioso. Opinan protagonistas de un barco que se encaminó a tiempo con mente fría y corazón caliente.

Por Julián Mozo (@JulianMozo)
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Sam Clancy (Foto: La Liga Contenidos)
Sam Clancy (Foto: La Liga Contenidos)

“Yo, muchachos, juego al básquet por dinero… Y para ganar. No me importa otra cosa, vamos a ver si todos nos ponemos las pilas porque ésto no puede volver a pasar”.

Cuentan que Sam Clancy no habla mucho, pero cuando lo hace, todos escuchan. Y lo siguen. Por eso, cuando el líder silencioso que tiene Instituto explotó en el vestuario frente a sus compañeros luego de la vergonzosa derrota ante Libertad (97-66, el 16 de noviembre), todo comenzó a cambiar en el equipo. Aquel enojo de El Jefe, como apodan al pivote, puede resumirse como el despertador que necesitaba la Gloria, que había arrancado bien (récord de 4-2) pero rápidamente desbarrancó (perdió 6 de los siguientes 9), quedando lejos de las expectativas creadas y de los mejores de la Zona Norte (estaba 7°). La actitud se modificó, la mejora de juego al fin llegó, el fichaje de Gastón Whelan potenció al equipo y los triunfos empezaron a aparecer. Hoy, poco más de dos meses después, la realidad es completamente distinta. Instituto es al fin el equipo peligroso que sus nombres sugerían y las seis victorias en siete partidos lo ubican en el 4° lugar de la Norte.

El estadounidense no se hace el distraído y recuerda bien el episodio relatado. “Sí –arranca de forma contundente-, en aquel momento no estábamos jugando duro ni dando el 100% de nuestro esfuerzo. Estábamos avergonzados y yo sentí la necesidad de decirlo delante de todos: que si queríamos ganar debíamos empezar a jugar más duro cada noche… Por suerte todo eso lo resolvimos internamente y nos unimos más”, asegura este centro de 36 años que ya fue fundamental en Comodoro y ahora lo repite en Córdoba. “Sam es líder y es verdad que en un momento malo del equipo tomó la bandera de las arengas, antes y después de los juegos”, admite el técnico Ariel Rearte. Pablo Bertone resalta esa determinación que tiene Sam para hablar cuando se requiere. “Es muy temperamental y vocal, sobre todo cuando ve cosas que están mal. Lo hace para corregir o motivar”, dice. Clancy acuerda con ese estilo: “Prefiero ser líder con el ejemplo, jugando o entrenando duro, pero también me gusta hablar cuando siento que hay algo importante que decir”, cuenta.

Diego Ciorciari asegura que estas historias de Clancy son cosa de todos los días y revela otra similar que muestra cómo estos retos generan reacciones positivas. “Contra Boca no estábamos defendiendo nada bien y Sam se la agarró con otro de los extranjeros…Y eso hizo que el equipo diera un salto, todos nos contagiamos y terminamos ganando en suplementario. Así es él”, cuenta el base, quien considera que no abundan foráneos como Sam. “Es distinto. Un jugador puro sacrificio al que no le interesan los puntos sino ayudar siempre al equipo. A veces lo hace hablando y en otras sólo haciendo. Exige así y te puedo asegurar que el mensaje llega”, completa el armador.

El mensaje de Clancy no fue el único que llegó. También el de la dirigencia, representada por Juan Manuel Cavagliatto, quien pudo seguir esa línea de corazón caliente y mente fría que sirvió para sacar del pozo a Instituto. El principal directivo del básquet tuvo sus dudas pero pudo sostener el sentido común. Pasó de pensar en despedir a Ariel Rearte y cambiar jugadores a respaldar públicamente al DT y sólo meter mano quirúrgicamente en el plantel. “Por ahora no pensamos en cambiar al DT, pero sí estamos evaluando un hacer algo con los jugadores. Cualquiera se puede ir”, tiró Cavagliatto tras la paliza ante Libertad. El plantel acusó recibo. “En un momento se puso negro y todo tembló, en especial cuando caímos por 30 con Libertad. Las expectativas eran tan altas que perder en casa contra un equipo que nos ganó peleando y por tanta diferencia hizo que se dudara de todos, no sólo del entrenador”, reconoce Ciorciari. Poco después, en una reunión privada, el coach también recibió el ultimátum del directivo al final de la primera fase tras la décima derrota de la temporada, en Corrientes. “Lo que me importó es que haya salido a bancarme públicamente. Me transmitió tranquilidad más allá de saber que pretendían más. Pero estamos hablando de una dirigencia muy presente, con la que dialogo todos los días. Yo me mantuve tranquilo y concentrado. Es la forma que conozco para salir de los malos momentos. Más con un plantel que responde a la hora de trabajar”, cuenta Rearte. Las palabras de Cavagliatto, en la intimidad y en los micrófonos, llegaron… Como las de Clancy.

Les pedí compromiso y constancia, que siguieran trabajando. Hoy notamos que en el equipo están todos tirando para el mismo lado”, explica el directivo.

Entre los protagonistas no hay diferencias cuando se los consulta sobre qué pasó en el comienzo, en esos dos meses de irregularidad que los dejó lejos del objetivo trazado inicialmente por la dirigencia de “estar entre los tres mejores de la Norte”, según admite Cavagliatto. El primer análisis es de Ciorciari. “Realmente se formó un plantel muy interesante y eso generó mucha expectativa, pero no dejaba de ser un equipo nuevo que necesitaba trabajo. Con sólo cuatro amistosos era muy difícil empezar bien, sabíamos que nos iba a costar alcanzar el funcionamiento que llegó meses después”, explica Diego. Rearte hace hincapié más que nada en la inconsistencia de ese inicio. “Teníamos partidos muy buenos y otros malos. Pero es normal cuando sos un equipo nuevo, con sólo dos jugadores de la temporada pasada y varios que ni habían jugado juntos. Todo equipo necesita rodaje. Y tiempo para retocar y desechar cosas que uno somete a prueba y a veces no funcionan, no calzan bien en el equipo”, opina Ariel. Bertone, cordobés que volvió este año a su ciudad tras una larga carrera en Europa, acuerda con su DT. “Nos faltaba conocernos y tener más tiempos juntos. Es un proceso de encontrar la química que a veces llega rápido y en otras, no”, asegura. Pablo admite que siempre tuvo confianza. “En algunos partidos teníamos picos muy altos de juego y eso nos daba indicios de lo que podíamos llegar a ser. Era cuestión de seguir laburando hasta que todos se sintieran bien y cómodos en su rol”, acepta.

Ciorciari reconoce lo difícil que fue y cree que el carácter del equipo resultó esencial para recuperarse. “Pudimos sobreponernos y eso habla de la experiencia y la personalidad del equipo”, opina. Clancy se siente orgulloso de cómo Instituto “empezó a luchar cada partido a partir de esa noche. No nos damos por vencido, perdamos o ganemos”, detalla. Rearte asegura que justamente esa actitud del conjunto es su mayor fortaleza. “Es un grupo de muchachos que no acepta la derrota. Perder no le gusta nada. Y ese amor propio permite que siempre estemos luchando y compitiendo, incluso en los entrenamientos. Y eso es muy sano y saludable”, comparte el coach. La reacción, creen todos, se vio rápido. “Recuerdo que después de aquella paliza ante Libertad, viajamos a Corrientes y Formosa y dimos la cara, empezamos a cambiar el chip, sobre todo mejoramos en ataque, donde estábamos realmente trabados”, revela Ciorciari. Rearte puntualiza una mejora que le urgía tener al equipo. “Sí, en esa mini gira empezamos a corregir otro problema que era crónico, nuestros malos inicios de partidos que a veces nos dejaban 10, 12 ó 15 puntos atrás en el primer cuarto”, cree el DT.

Todos concuerdan que hubo un movimiento que terminó de potenciarlos: el fichaje de Gastón Whelan, el base que sorpresivamente dejó Bahía y le dio otra profundidad al equipo. “Ha sido clave en este éxito. Nos ayuda mucho defensivamente y con él nos sentimos más cómodo como equipo”, considera Cancy. Cavagliatto prometió cambios y cumplió, aunque fuera más una adición que una sustracción, ya que el que se fue resultó un juvenil. “Nos dio sobre todo un cambio más al equipo y acomodó mejor los roles dentro de la cancha”, opina. El coach acuerda con esa importancia que marca el directivo. “Sí, nos da una rotación más larga y todos juegan los minutos que necesitan para tener un muy buen rendimiento”, explica. Bertone explica cómo acomodó mejor a cada uno. “Hizo que Pablo (Bruna) y Miguel (Gerlero) tengan que correrse un poco de sus posiciones habituales (escolta y alero, respectivamente) y eso nos está dando resultados. También permite que Diego (Ciorciari) no se cargue de tantos minutos y llegue bien a jugar los momentos calientes del partido”, analiza. Justamente Ciorciari, pese a haber perdido minutos, valora la llegada de Whelan y hasta la agradece. “Sí, es mejor para mí y el equipo. Pasé de 32 a 20 minutos y eso me permite estar más lúcido e intenso en los momentos que me toca jugar. Antes, en algún momento, tenía que pasear en la cancha para descansar y eso no te alcanza en una liga tan larga y dura. Yo, la verdad, no estaba acostumbrado a jugar menos, pero me sienta bien y lo estoy disfrutando”, se sincera el base que ya tiene 36 años tras una dilatada carrera sobre todo en Europa (9 campañas).

Con Whelan todo empezó a cuadrar e Instituto sólo perdió un juego (6-2). “Con su tranquilidad y calidad nos dio un plus para terminar de destrabarnos en atacar. Ahora jugamos más sencillo y anotamos más. Además, estamos defendiendo mejor, algo que es clave para poder correr porque somos un equipo muy vertical”, analiza Ciorciari.

Bertone, más allá de los progresos en el juego, apunta a que la mejora también tiene mucho que ver con la cabeza del grupo. “Cambió la confianza y eso te los permiten los triunfos. Los partidos ganados son lo que te dan esa mentalidad ganadora. También es cierto que nos fuimos aceitando como equipo con el correr de los encuentros. Ya tenemos más clara la identidad y ya no dependemos sólo de los extranjeros. Todos estamos contribuyendo en cada área del juego y eso hace que todos estemos contentos y positivos”, razona el escolta, quien se recuperó de un problema en la cadera que lo había tenido a maltraer y se adueñó del puesto, corriendo a Gerlero a la posición de alero. Cada uno está cumpliendo su rol. A nivel individual, Rodney Green es la más confiable vía de anotación (con 19.5 puntos es el 3° goleador de la LNB) y tal vez la individualidad más virtuosa (9° en eficiencia con 18.6), pero no es el único que se destaca. Clancy es el general del equipo, quien hace todo para ganar: promedia un doble doble con 11.2 tantos y 10.1 rebotes (2° en el rubro en la LNB). Ciorciari es el eje de la generación de juego (4.6 asistencias), aunque Whelan lo ayuda mucho (3.1). Gastón, además, arrancó derecho para el aro (55% en triples), algo esencial para él. DeGroat, cuando está bien físicamente, es importante en ofensiva (14 puntos) y Bruna, como escolta, está ratificando su buena mano (44% en triples).

Este presente muy mejorado abre la ilusión en Alta Córdoba, aunque todos saben que la gran expectativa creada desde un inicio no ayudó… “Cuando hicimos la apuesta fuerte en el armado pensamos que la meta era estar entre los tres primeros de la Norte, pero luego nos dimos cuenta de que tal vez lo mejor era plantearnos llegar a playoffs y después ver hasta dónde podemos escalar”, revela Cavagliatto. Rearte tiene el mismo discurso. “Todavía falta mucho, pero el objetivo sigue siendo jugar playoffs, estar en ese grupo de seis para la postemporada. Hoy hay 8 equipos muy parejos que sueñan con eso y para concretarlo todavía tenemos mucho por mejorar”, explica el entrenador. Ciorciari prefiere “disfrutar este presente con los pies sobre la tierra porque hoy si bien estamos ahí nomás del segundo también tenemos cerquita al séptimo…”. Bertone siente la tranquilidad de “estar posicionados donde sabíamos que podíamos estar y sabiendo que si mantenemos esta forma de juego vamos a tener posibilidades de llegar bien a playoffs y poder ganarle a cualquiera”. Clancy, que conoce lo que es jugar una final, sabe que este camino se construye paso a paso. “Tenemos que seguir creciendo como equipo y ser mejores cada día”, considera. Pero el líder silencioso de Instituto sabe que, desde aquel reto, el equipo es otro y todos deberán tener cuidado cuando se midan con la Gloria.

Siento que tenemos una gran oportunidad de sorprender a mucha gente en playoffs”, cierra, con la misma convicción que muestra cuando habla frente al grupo. Y si el Jefe lo dice…

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