Por Jorge Herrera (@jorgeherreran_)
El hijo pródigo vuelve. Los primeros años vieron cómo un titán rompía aros por el país y poco a poco iba subiendo escalones en lo más alto del baloncesto mexicano. Muchos estaban impresionados y a su paso nunca puso el freno de manos para cumplir sus sueños, los cuales lo llevaron a la industria más grande del deporte ráfaga y a levantar una cantidad de trofeos internacionales que pocos latinoamericanos han logrado. Por ello, después de una satisfactoria carrera en el extranjero, Gustavo Ayón está de vuelta en México.
El hijo pródigo vuelve. Los primeros años vieron cómo un titán rompía aros por el país y poco a poco iba subiendo escalones en lo más alto del baloncesto mexicano. Muchos estaban impresionados y a su paso nunca puso el freno de manos para cumplir sus sueños, los cuales lo llevaron a la industria más grande del deporte ráfaga y a levantar una cantidad de trofeos internacionales que pocos latinoamericanos han logrado. Por ello, después de una satisfactoria carrera en el extranjero, Gustavo Ayón está de vuelta en México.

Nacido un 1º de abril de 1985, el hijo de Don Carlos Gustavo Ayón y María Edelmira Aguirre llegó a su hogar en el pequeño poblado de Zapotán, Nayarit, donde habitan poco más de mil personas. Ahí, como relata José Antonio Mendiola, al pequeño lo fueron conociendo como “El Vago”, porque lo último que sabía hacer era estar quieto en casa. Y qué mejor, más adelante, que encontrar la calma bajo una de las próximas mejores amigas del nayarita, la cancha de básquetbol.
Junto con sus hermanos, su padre y después del trabajo diario en las faenas del campo, El Llanito, de cemento y tableros de madera, los esperaba a ellos y a los vecinos para jugar una tradicional reta. En esa localidad y otras de la región como La Cumbre, Pajarito y Carrillo Puerto, el padre de Gustavo les transmitió tarde tras tarde su cariño por la naranja y, afortunadamente, uno de sus seres más queridos enalteció su gusto para ir más allá de jugar en los torneos regionales.
“A él le gustaba desde un principio, desde chico. Andaba con nosotros y ahí fue donde se hizo. Dicen que el alumno supera al maestro, ¿verdad?”, comentó Ayón padre durante el Centrobasket de 2014.

Y no miente, así como Gustavo cada vez que se aburría buscaba su balón, ese ímpetu lo comenzó a llevar a escenarios importantes de la disciplina en el país. Primero en competencias de Tepic y, posteriormente, gracias a su tío Fernando, hasta la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, mejor conocida como UPAEP. En ese recinto, Ayón conoció al legendario coach Javier Ceniceros y al mismo lo convenció para concederle una beca que le permitiera seguir su educación. Sin embargo, a pesar de convertirse en multicampeón colegial, el Titán también probó su oportunidad en San Jose State University y llegó a darse cuenta que los estudios no iban a ser para él y tendría que tomar otro camino para alcanzar el sueño que alguna vez dejó entre sus escritos.
‘Voy sobre ti, NBA, espérame’ redactó el pívot azteca. Esa era la meta, no menos. Para eso, su decisión fue tomar la senda de otros latinoamericanos históricos como Manu Ginóbili, Luis Scola y Carlos Delfino hacia Europa. Al momento, claro que la idea seguía sonando aventurada y para algunos hasta imposible, pero el tiempo habló por sí solo.
Tras hacerse profesional en México y ganar un bicampeonato con los extintos Halcones de Xalapa de Lee Andrew Stoglin, Ayón emprendió su primer viaje internacional como profesional hacia España para unirse al modesto Fuenlabrada de la ACB. No obstante, debido a su perfil como extracomunitario, su debut tuvo que esperar y antes pasó por las filas de Marinos de Anzoátegui en Venezuela, el CB Illescas y Tenerife, finalmente, en la LEB Oro. En esta competición, el entonces jugador de 24 años de edad se encontró con un buen conocido de México en Iván Déniz, quien solo tiene palabras de halago para el mexicano.
“Su camino y el mío se encontraron. Ambos nos ayudamos: me cambió mi equipo y reventó la liga. Siempre hacía más que todos, se quedaba entrenando tiempo extra. Tenía claro a dónde quería llegar”, platicó el estratega para la revista Proceso.
Tal fue el caso de este estrellato, que el Fuenlabrada lo reclamó y no se detuvo, sino que ahí también se dedicó en comprobarle a un país qué significaba el apellido Ayón. Con más de 10.0 puntos por partido y cerca de 7.0 tablas, el protector del aro hizo que el juego del equipo creciera y se hiciera de él, por lo que la organización, de quedar el pasado curso en la posición 16 y a nada del descenso, ahora estaba clasificada a los playoffs. Incluso, al ser uno de los mejores reboteadores, el entorno se dio cuenta que existía potencial en la figura del número 14 y se decidió nombrarle el Jugador Revelación de la campaña 2010-2011. Así que la renovación estaba amarrada.
Ayón inició de esta manera lo que estaba por ser -en ese entonces- su mejor ciclo en España y llegó a diciembre con más de 15 tantos por juego cuando en San Sebastián, una tierra de buenas instancias para ciertos deportistas nacionales, recibió la señal tan esperado: su pase a la NBA.
Era el medio tiempo de la décimo segunda jornada ante el Gipuzkoa Basket y el teléfono del zapotaneco sonó: era un mensaje, un texto que confirmaba una oferta propuesta por los entonces New Orleans Hornets.

“No sabía si llorar, salir a jugar, si gritar, no sabía ni qué quería hacer”, comentó para Fox Sports. “En cuanto terminó el partido, lo primero que hice fue hablarle a mi padre y a mi madre para contarles lo que me estaba pasando. Algo por lo que siempre había pensado toda mi vida estaba sucediendo. Es un momento que nunca voy a olvidar, yo creo que ese momento y en el que debuté en Sacramento”.
Con una diferencia alta entre los Hornets y los Kings, el año nuevo de 2012 le dio la bienvenida a Gustavo Ayón en la Asociación con dos minutos de juego, que después se transformarían en tres años dentro de la reconocida como mejor liga de todo el planeta.
Es cierto que el viaje ahí tuvo sus situaciones buenas y ciertos percances, pero, como muchos retirados e integrantes del Salón de la Fama lo han dicho, lo difícil no es llegar, sino quedarte. Y él mismo lo sabía, y sabía que podía quedarse por más tiempo, mas no al ritmo que le hubiera gustado. Por eso, sus aires, después de haber jugado para el Magic en su nación, haber representado a los Atlanta Hawks y Milwaukee Bucks, había que cambiarlos. Pero antes, este es el instante perfecto para tocar el corazón del público mexicano.
Es el año de 2007 y las luces de Las Vegas, Nevada, deslumbran a un joven Ayón participando en su primer certamen oficial con la Selección Nacional. Durante el FIBA Américas, que vio a México enfrentar a Kobe Bryant, Chauncey Billups y LeBron James, Gustavo hizo su debut, el cual solo fue una primera probada de lo que significaría un jersey con su nombre y número en la historia del baloncesto tricolor. Torneos y medallas pasaron, pero su gran oportunidad arribó en 2013, cuando México hizo retumbar América Latina.

En un campeonato más que complicado y con pocas esperanzas de conseguir algo, los dirigidos por Sergio Valdeolmillos y Ramón Díaz llegaron como los desconocidos, la quinteta invitada que estaba destinada a no causar problemas. Eso esperaban todos, pero la fase preliminar arrancó y con ello empezó el recorrido por el pase a una Copa del Mundo después de 40 años.
Al frente, Gustavo Ayón, acompañado de una de las tres mejores generaciones que han visto los ojos del básquetbol mexicano. Detrás de ellos, nueve conjuntos que terminaron por ver a la Selección coronarse como la más grande del continente. Sin duda, la labor colectiva fue clave, pero el aporte del mejor nayarita es de recalcar cuando se peleó ante los mejores y se recibió con la consagración del Jugador Más Valioso por encima de monstruos como el ya mencionado Scola, Facundo Campazzo, José Juan Barea y Renaldo Balkman, con quienes también compartió lugar en el quinteto ideal.
Entonces vinieron más títulos como el de Centrobasket de 2014 en Nayarit ante los ojos de su familia y su hijo Álvaro, y la memorable entonación del himno nacional un 30 de agosto de 2014 cuando los 12 Guerreros pisaron por primera vez la duela de un Mundial. Y así como los nervios y el corazón se aceleraron a una quinta velocidad, también pasó lo mismo cuando Gustavo volvió a vestir los colores de su lugar de nacimiento y la bandera en pecho en el FIBA Américas de 2015 dentro del Palacio de los Deportes; lugar que no necesitó de música para apachurrar el corazón y cantar el himno junto a sus seleccionados, además de llenarse en cánticos por nombres como los del Titán.
Y quien mejor para resumir este pasaje que Sergio Valdeolmillos recordando con Pablo Cormick la influencia de su capitán: “Gustavo ha sido para México y para el baloncesto de su país alguien muy importante. En países con una cultura deportiva más desarrollada, Ayón tendría un reconocimiento mucho más grande que el que tiene. En el deporte mexicano deben avanzar para darle la valía y el cuidado a jugadores como Gustavo, que no surgen a menudo. Él tiene una enorme capacidad de liderazgo fuera de la pista y también al momento de jugar. Es muy generoso y no busca anotar sus puntos, sino ayudar a sus compañeros y hacerlos mejores con las cualidades que tiene. Ayón fue fundamental para México”.

De hecho, los cuentos de fantasía no terminan ahí, porque, mientras todo esto pasaba, Ayón ya tenía un contrato firmado con uno de los clubes deportivos más importantes del mundo, el Real Madrid. Después de que Hugo Sánchez saliera como una de las piezas más emblemáticas de su historia, la afición azteca espero por volver a ver a un compatriota en el cuadro blanco. Más de dos décadas pasaron para ello y, a pesar de que no fue sobre el césped, la espera valió la pena, porque, si Manuel Raga estará en nuestras mentes por siempre gracias a sus éxitos por el Viejo Continente, Ayón también ha dejado la vara bastante alta para su sucesor.
Más de 170 partidos con el Madrid y 227 en la Liga Endesa pueden no poner el mundo de cabeza, pero cuando los conviertes todos a títulos, el relato cambia. En este andar de un lustro con los merengues, el basquetbolista de 2.08 metros de estatura se incorporó para la mejor temporada en los casi 90 años desde su fundación. En el curso 2014-2015, los blancos, con Ayón como protagonista, se adjudicaron la Supercopa Endesa, la Copa del Rey, la Liga Endesa, la Euroliga y, finalmente, la Copa Intercontinental. De esta forma, podríamos seguir añadiendo letras y más oraciones sobre cada uno de los años que engloban esta etapa -una etapa que podría decirse hasta gloriosa-, mas no hay palabra alguna como la de Florentino Pérez para emular con mejor estilo la carrera del ex seleccionado.
«México tan madridista. ¡Gracias a Hugo Sánchez y a Ayón todo México es del Madrid!”, celebró el presidente.

«Han sido cinco años muy valiosos en el Madrid, en donde el club ha tenido muchísimos títulos, muchos éxitos, he sido parte de esta generación que ha marcado una época en el Madrid, me ha tocado ser parte de esta gloriosa etapa y me voy muy contento de haber concluido mis cinco años ahí”, declaró Ayón en exclusiva para el Diario Récord después de conseguir cuatro ligas de la ACB, tres Copas del Rey -con MVP inlcuido-, dos Euroligas, un par de Supercopas españolas y la Copa Intercontinental en Brasil. «Estoy muy contento, dejé mi huella en ese club como me ha tocado dejarla en gran parte de los equipos donde he estado. Estoy muy orgulloso de todo lo que he hecho a lo largo de estos cinco años, lo describo de una manera extraordinaria y creo, sinceramente, que he estado en la mejor etapa del club».
Ahora, en tiempos recientes, el cartel de Gustavo Ayón no ha disminuido a sus 35 años de edad, ya que, desde sus rumores para salir de la capital ibérica, escuadras como Fenerbache crearon rumores altos de su contratación hasta que éste firmó por el Zenit de San Petersburgo en calidad de lo que podría ser un jugador franquicia. La primera idea era poder regresar a la NBA para poder estar más cerca de la familia, pero al final del día había que tomar ciertos riesgos para seguir en los rotaciones de Euroliga. El Zenit estaba por formar parte de su primer participación en dicha contienda y una ficha experimentada como la de Ayón era ideal. Sin embargo, a pesar de ser el hombre más efectivo de los primeramente dirigidos por Joan Plaza, a nivel equipo los resultados no fueron en la mejor dirección y, con las consecuencias de la crisis sanitaria, la etapa en el baloncesto ruso terminaría pronto.

Pero como bien se conoce alrededor de los círculos del Titán de Nayarit, para Gustavo el básquetbol no sólo se trata de él y si es o no uno de los mejores jugadores de la última década en Europa, sino de lo que él pueda hacer porque México viva un mejor nivel y calidad de este deporte, asimismo que sus jóvenes puedan inspirarse para llegar tan lejos como él ha podido hacerlo. Por lo tanto, desde su rancho en casa, decidió crear un campamento al que fueron invitados algunos de los prospectos U18 y menores más importantes del país, a los cuales no solo les enseñó aspectos deportivos, sino también de valores.
“Yo tengo una frase que dice: ‘Nunca olvides de dónde vienes para que sepas a dónde vas’. Nosotros no decidimos dónde nacer, pero sí decidimos a dónde queremos ir. Y el sueño de cada uno de ustedes, ustedes lo trabajan, ustedes lo forman, ustedes lo fabrican para que el día de mañana lo disfruten al máximo, que lo disfruten como nadie. Y sobre todo, que nunca dejen de ser felices, eso nunca lo saquen de su cabeza. Ante cualquier cosa, lo más importante es su felicidad”, le expresó al grupo de chicos y chicas, a los cuales podrá apoyar él como le gusta, estando presente y más cerca que nunca.
Con el próximo arranque de la Euroliga tan cercano y sin noticias provenientes del otro lado del océano, el rumor de pasillo se concretó y hoy despertamos con que no fue nuestra imagnación: Gustavo Ayón está de regreso en la LNBP con la organización de Astros de Jalisco.

“(Mi sentimiento es de) agradecimiento por este gran proyecto para fortalecer y potencializar el baloncesto de nuestro país. Cuando me lo presentaron hizo clic con mi manera de pensar. Tenía la necesidad de empezar a tener contacto y ese día que fue la presentación lo dije sinceramente, lo sigo pensando, este es un proyecto muy sólido. Han traído un gran entrenador y hay mucha gente ilusionada”, explicó Ayón a la prensa del equipo a 11 años de su último duelo en la liga nacional.
Para un gran grupo, esto luce como el final. Este impacto se quiere ver como el fin de una era. Sin embargo, la realidad es totalmente contraria, las opciones de estar con franquicias top siguen en pie, pero como fue antes, es momento de dejar que el tiempo haga su magia. Así como por tantos años la afición y la mayoría del básquetbol mexicano se enorgulleció de poder hablar de Gustavo Ayón, ahora es momento de sólo cambiar de página y seguir leyendo los nuevos capítulos del hijo de Zapotán, un hombre que quiere hacer de este deporte un legado único de triunfos y alegrías.